martes, 5 de agosto de 2008

Estrellas

Al despertar de tan largo sueño, la oscuridad del lugar no me permitió al principio ver lo que me rodeaba. Me sentía inmóvil, petrificado, como si no me hubiera movido durante siglos. No notaba nada cerca de mí, como si estuviese colgando en medio de un vacío inexistente, creando una sensación de completo abandono. Esperé pacientemente a que algo sucediese.

Poco a poco, una luz ensordecedora fue apareciendo, difuminada e inestable, mostrando los objetos que me rodeaban y que ahora pasaban a existir, convenciéndome que había un suelo debajo mío. Pude sentir unos árboles de un color desconocido, a medio camino entre el verde usual y un lila desmejorado, gastado, creando una estampa completamente estática y solemne, que aunque no podría asegurar que captase por los sentidos, yo sabía que ahí estaba. Continué explorando mi entorno a la búsqueda de algo que me resultara conocido, que me ayudara a orientarme, sin obtener resultado alguno; pero fue de esa forma que me di cuenta que ya podía mover la cabeza, y así lo hice, provocando un orgánico crujido que me obligo a parar. Mientras, burlonas me miraban las estrellas, danzando al son del tiempo en un círculo perfectamente incompleto.

Sumido en reflexiones, yo mismo me notaba extraño. Lo que al principio me pareció un cuerpo, aunque no humano (quizá porque era costumbre mío tener uno), fue desvaneciéndose hasta fundirse con el entorno, siendo una simple presencia en ese extraño paisaje; no notaba los ordinarios límites del espacio y simplemente estaba ahí: existía. Esa sensación me resultó no extraña sino terrible, monstruosa, y al principio tenía miedo de la falta de mi mismo, de perderme entre la oscuridad absorbente que notaba que quería atraparme para siempre en aquellas regiones remotas. Concentré mis sentidos y mi razón en una estrella que me observaba encima mío, fija, concreta y estable, pero notaba como empezaba a desprenderme y me difuminaba. Me sentía desamparado y necesitaba volver a mi realidad, volver a lo concreto, los hechos, las formas y los fines: quería volver a el sueño estable del que me había despertado quién sabe que astro burlón.

Mientras me daba cuenta que no me quedaba mucho tiempo de existencia, intenté recordar como se sentía uno en el sueño de la realidad, pero no había forma de hacerlo, solo unas vagas imágenes acudían ante mí. Me sentía solo, como si me hubiese abandonado a mi mismo; como si todo el universo estuviera girando a mi alrededor, me desvanecía en este torbellino precipitándome hacia su origen. Mis recuerdos salieron disparados de él y sacudieron mi consciencia; hubiese dicho que ya estaba llegando pero, ¿Cómo estar seguro de ello?

No hay comentarios: